Que difícil es educar a nuestros hijos cuando lo que aprendimos no siempre aplica en el contexto actual. La forma de aprender, las comunicaciones, la autoridad como muchos otros estímulos difieren a nuestras propias vivencias.
Hoy se pone más énfasis en la estabilidad emocional y su integridad como persona. Antes, el foco de los niños era aprender en el colegio, obedecer sin cuestionar, lo que no daba mucha cabida a la reflexión.
¿Se acuerdan lo que sentíamos cuando nos equivocábamos?
En algunos casos equivocarse, era sinónimo de castigo y defraudar a los papás, lo que llevaba a ocultar lo sucedido por temor y desconfianza. Los hijos/as al sentir miedo, perdían la comunicación, ayuda y apoyo que requerían.
Nuestro gran desafío es enseñar con autoridad, y que nuestros hijos sepan que es con amor y cariño, haciéndoles ver que de los errores se aprende y que somos los que más los pueden ayudar y acoger ante problemas. Que cuando se equivoquen o estén en apuros, en la primera persona que piensen para auxiliarlos seamos nosotros, sus padres.
Debemos aprender a escucharlos, dejar que hablen con libertad, sin cuestionamientos, juicios, siendo empáticos y reflexivos. Entender qué sienten y ayudarlos a reflexionar y reparar en forma constructiva,
¿Qué tienen que pensar cuando les ocurra algo?
- Debo llamar a mis padres
- Ellos sabrán qué hacer
- Ellos me acogerán, podré contarles todo y me ayudarán a resolver